
Danza Flow en el día de la violencia de género
Ayer, con motivo del día de la violencia de género, Cintia puso en marcha una dinámica de exploración mediante el uso de dos roles, con la idea fundamental de hacer emerger el movimiento desde el cuidado, el goce y el disfrute compartido. Se trataba de confiar en el soporte espacial que sugería un compañero o compañera para ir al encuentro de nuevos caminos de movimiento. De esta manera, una persona (rol A) proponía con su mano un lugar en el espacio como punto de encuentro para entrar en contacto con el compañero. En este sentido, un aspecto importante es que la dinámica debía realizarse en silencio, comunicándonos únicamente con el cuerpo.
Así, progresivamente, ha emergido en el aula una atmósfera mágica y envolvente de silencio habitado, en el que los cuerpos han cobrado una vibración especial entre sí. Se respiraba en el ambiente una especie de electricidad muy especial, casi hipnótica, que sumergía al cuerpo en un estado de atención mayor. Lo cual nos ha llevado a plantearnos: ¿es acaso el silencio la materia fértil del “cuerpo en estado de danza” sugerido por Rosales (2006)? Pues gracias a dar un mayor espacio al idioma callado del cuerpo, el movimiento, este se ha vuelto en sí mismo un acontecimiento estético. Y es que, tal y como el mismo autor advierte: “somos, íntegramente, aquello que transcurre” (p.44), logrando reorganizar “poéticamente” la visual del cuerpo en movimiento a través de la danza.
De este modo, la energía del grupo-aula ha cobrado un matiz casi ceremonial, memorias de lo ancestral, lo ritual, intensificando la intuición, las capacidades sensoriales, la consciencia de la sensación y la profundidad del movimiento. Desde dentro se vivía con intensidad una conexión grupal, y desde fuera se advertía una especie de cuadro o escena en movimiento en la que la mirada se volvía cómplice y partícipe de la experiencia artística implementada. Pues, con esta propuesta pedagógica, se ha logrado conectar el interés de la indagación con el contenido poético de la respiración, apareciendo el silencio como elemento artístico en sí mismo. Entonces, el silencio se hacía eco de la propia sonoridad del cuerpo; la respiración, construyéndose entre nosotros una verdad ineludible: cuando el habla duerme, el cuerpo recupera su verdadero canal de comunicación.
Texto de Esmeralda Valero | Alumna del CSDA de prácticas en Flow